La principal causa de discusión en las familias es la no
aceptación de las diferencias.
Por: EFE |
5:13 p.m. | 2 de junio de 2015
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“La función principal de la familia es la de perpetuar la
especie mediante la procreación y, una vez cumplido este requisito, permitir y
facilitar el desarrollo de los humanos para su acceso al mundo, integrándolos
en la sociedad y procurándoles educación, salud (alimentación, descanso,
abrigo, estabilidad emocional) y bienestar”, señala la psicoanalista Magdalena
Salamanca.
“Esto que parece una obviedad es, en muchos casos, foco de
conflicto en las relaciones familiares”, explica Salamanca, que dirige un
taller destinado a entender y solucionar los disgustos que surgen en el seno de
la llamada ‘célula básica de la sociedad’ y lograr que se mantenga sana y en
buena forma.
Trabas de parentesco
Pero, según esta conocedora de la mente humana, “no todas
las familias facilitan o permiten el crecimiento de sus miembros”.
“Los celos, la envidia, la culpa, el amor excesivo e
igualitario, el odio reprimido, así como la no aceptación de las diferencias
entre los integrantes de la familia o la imposición de criterios copiados de
ejemplos vividos por los progenitores interrumpen el desarrollo físico e
intelectual que cualquier individuo necesita para conquistar su propia vida”,
señala Salamanca.
Su propia manada
“En ocasiones, cuando escuchamos decir ‘mi familia’ la
persona se refiere a sus padres, hermanos, tíos o primos, pero ‘mi familia’ es
la que uno mismo construye: pareja e hijos. La familia de origen es la de los
padres, no la propia”, añade.
Las diferencias que se establecen entre las familias de
origen de una pareja que ha decidido crear la suya propia, son uno de los
mayores conflictos que Salamanca trata en sus consultas.
Sumar personas
Para Salamanca, las familias son la suma de sus miembros, no
la resta de algunos de ellos, y “cada integrante de la familia ha de ser un
componente semejante, pero diferente al resto, y en esta fórmula están
inscritos el éxito y la salud familiar”.
La principal causa de discusión, en las familias de origen,
tiene como trasfondo la no aceptación de las diferencias, aparentemente, entre
una familia y la otra, según esta experta.
“Pero si escarbamos un poquito en la relación descubrimos
que las diferencias que no se aceptan en los demás son las que se dan entre los
miembros de la propia pareja, ya sean económicas, culturales o sociales, entre
otras”, señala.
Según la experiencia de Salamanca, “la manera en que se abordan habitualmente
los conflictos con las familias de origen lleva a un callejón sin salida: el
bucle de reproches cada vez es mayor y, pasado un tiempo, las reiteradas
muestras de disconformidad sobre todo lo que dicen y hacen llevan a la pareja a
constantes peleas sin solución alguna”.
“Una forma más sana de solucionar este tipo de conflictos,
que tantos daños causan, es consultar con un especialista que permita desplegar
en la terapia todas las inquietudes individuales para poder gestar en sus
miembros un autoconocimiento y una autotransformación sobre aquello que de
manera inconsciente determina la vida familiar”, aconseja.
“¡Asumir las diferencias ayuda a vivir de una manera gozosa
y satisfactoria!”, enfatiza.
EFE
Noticia pubicada por el diario EL TIEMPO
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